El torneo discurrió en un ambiente distendido y cordial exento de las tensiones normales de las demás competiciones. Fue arbitrado por el Tolosarra Ramón Etxeberria, y que como es de costumbre, lo hizo de forma brillante, y con un sistema de competición algo especial, debido a la gran participación existente. Es de recibo decir, que no hubo ninguna incidencia ni reclamación, por parte de ningún jugador, y todos se lo pusimos fácil en ese sentido.
Se formaron dos grupos de doce jugadores cada uno, que se cruzaron en una segunda fase según su clasificación, para determinar los puestos del 1 al 8, del 9 al 16 y del 17 al 24, jugándose un total de 15 partidas, y siendo la duración del torneo de tres horas y media aproximadamente.
Los dos primeros puestos volvieron a jugarse como en anteriores años entre Jose Luis Guijarro y Unai Iraola, los dos últimos campeones, que parece que quieran alternar el primer puesto deportivamente año tras año (sin que se enfade Ernesto claro, que cuando menos se los esperan se cuela en la lucha y se lleva la contienda). Esta vez fue Jose Luis el que terminó en primer lugar, y Unai Iraola en segundo, invirtiendo el resultado del año pasado. En tercer lugar terminó Munita, uno de los culpables de que se juegue tan bien al ajedrez en Villabona, y uno de los que se fueron y ahora que la Navidad está cerca nos alegramos cada vez que vuelve a su casa como decía el en su última crónica. Recuerda Jose Antonio que somos capaces de montar un árbol y un Belén para que durante todo el año sea Navidad (tú ya me entiendes…). En cuarto lugar, y permitidme ir un poco más allá del pódium (que son siempre los que se llevan la gloria) quedé yo, puesto que no me imaginaba alcanzar, y que siempre está reservado a los mejores, de los cuales yo no me considero. El tercer puesto en mi grupo, me dio la opción de jugar del 1 al 8, y disputar las últimas cuatro partidas, contra los mejores del otro grupo, de los cuales dejadme también destacar, estaba mi hijo, Aitor Villena, que de muy pequeño también se contagió del virus, y con sus quince años, amenaza a su pobre padre a no perder una partida mas pronto que tarde. Después un desempate favorecedor, me permitió quedar cuarto por delante de Ernesto Fuente y Álvaro Vicente, a los cuales respeto y admiro, en especial a Ernesto, por todo lo que me ha enseñado. Bueno, vale de darse bola.
Al final nos fuimos a cenar a la sociedad Behar Zana, un buen menú elaborado por Ernesto, yo mismo y la gran mano de Eustaquio Corredera presidente del club, y que es capaz de con una cerveza y un pollo, emular a los mejores cocineros, y convertir una materia simple, en un manjar incomparable, permíteme Eusta que te diga, que no hay nadie como tú, en esto del pollo a la cerveza.
Continuamos la velada que fue amenizada con el partido Madrid – Barça (y es que no solo del ajedrez vive el hombre) disfrutando de los postres y de los goles del Barça, por lo menos la mayoría (y que me perdone David). Rematamos la faena con un improvisado torneo de mus, y es que en el fondo, la vida es competición, y el ajedrez, es como la vida misma, pero si se practica entre amigos, produce un placer inigualable. ¿O no?
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